Arturo y el monstruo “Contaminator”
He recorrido muchos lugares del Ecuador,
mi nombre es Arturo y he viajado a sitios recónditos, lugares inexplorados
donde la naturaleza pasea libremente sin intención de molestar a nadie. He
escalado grandes montañas en el Oriente ecuatoriano, visitado selvas verdes y
húmedas llenas de monos y ranas de todo tipo; he jugado en altos columpios y
permitido que el oxígeno se escape de mis pulmones en volcanes tan fríos como
el polo norte. En estos lugares la naturaleza me ha pedido ayuda para
embellecerla aún más, y yo gustoso he prestado mis manos y mis conocimientos
para lograr cumplir con sus peticiones.
Voy a contarles una historia que llena
mi corazón de alegría y realza mis labios, en lo que supongo es una sonrisa.
Pido presten atención a esto que me pasó. Hace mucho tiempo atrás, cuando
viajaba por el Ecuador, en busca de aventuras, llegue, guiado por la intuición,
a un pequeño lugar. Tomé un bus desde el Oriente Ecuatoriano a algún lugar
inesperado, no sabía a donde iba y esa era mi nueva aventura. Al llegar a la
última parada del bus y bajarme de él, descubrí que estaba en la costa, pues
ante mi tenía el mar, el sol llenaba de brillos la superficie salada y hacia
lucir el lugar con más vida de la que, días después, descubrí que no tenía.
Este lugar del que les hablo se llama
Puerto López y queda en la costa ecuatoriana. En este sitio existen muchos
árboles como moyuyo y algarrobo,
también hay animales como venados, guantas, armadillos, tigrillos, ballenas,
piqueros de patas azules y pelicanos. En este lugar, la mayoría de
personas se dedican a la pesca, esa es su principal fuente de trabajo. También
se realizan muchas actividades turísticas como el avistamiento de ballenas o
delfines rosados. Las personas van a visitar este lugar por sus hermosas playas,
por ejemplo: en la isla de la plata, se puede andar en bote o realizar
competencias de natación entre amigos.
Decidí
explorar el lugar y ver que atractivos había y que actividades, en la
naturaleza, podía hacer en mi estadía. Pero descubrí que el lugar no era como
yo pensé, había muchas actividades negativas que no me gustaron. Paseando por
el lugar terminé llegando a una zona llamada “La poza de la muerte”, aquí había
un monstruo enorme lleno de desechos, que escurría agua verde y negra por todas
partes, y su olor era abrumador; intenté huir, pero no podía hacerlo porque no
sabía dónde estaba. Así que empecé a correr en cualquier dirección, pero a
donde miraba había basura por todas partes. Cuando me detuve, estaba en un
pueblito llamado Vueltas Largas, este lugar tenía mucha vegetación, pero cuando
preguntaba a las personas cuáles eran sus nombres: ellos no sabían. Estas
personas estaban quemando basura, había mucho humo, y el lugar parecía sombrío,
solo podía ver un bosque oscuro que amenazaba con tragarme y nunca dejarme
salir. Preguntando a algunas personas pude llegar al hotel donde estaba
hospedado con el firme propósito de irme de aquel lugar para no volver nunca
más. Pero era de noche y estaba cansado, así que decidí dormir y salir en la
mañana
Aquella
noche soñé que estaba en un hermoso bosque lleno de plantas como las que vi en
el pueblito en el que me perdí, pero ahora no había humo, y los rayos del sol
iluminaban todo el lugar, podía ver a los pájaros, los venados paseaban en
parejas, había muchas flores de diversos colores y yo estaba feliz recorriendo
ese lugar. La naturaleza estaba hablándome, pidiéndome que me quede. Desperté
de aquel sueño, con la firme decisión de ayudarla, quería hacer muchas cosas
para evitar que se siguiera quemando la basura y para que las personas conozcan
los nombres de sus plantas, en especial me enfrentaría a ese monstruo oloroso
que chorreaba agua sucia y desechos y esta vez yo ganaría. Pero no sabía por
dónde iniciar o a dónde ir.
La
hija de la dueña del hotel donde estaba, me vio triste y al contarle lo que
había sucedido decidió ayudarme a luchar contra los monstruos que amenazaban a
la naturaleza. Decidimos partir rumbo al municipio, un castillo enorme en el
que había muchas oficinas y personas, mi acompañante conocía perfectamente el
lugar. Hablamos con muchas personas y subimos y bajamos muchos pisos. Hasta que
llegamos al lugar indicado, la última oficina, una habitación en cuyo centro se
encontraba el jefe del lugar. Al explicarle lo que había pasado y mostrarle
nuestras tácticas de guerra para enfrentarnos al monstruo, al que llamamos
“contaminator” el jefe puso a nuestra disposición un ejército de soldados y las
personas del lugar también se unieron a nuestra marcha para acabar con el
monstruo.
Nos
enfrentamos a él en una última batalla, esta sería la definitiva, ganábamos o
nos ganaban. Días enteros duró el encuentro, algunos de los soldados cayeron en
el campo de batalla, otros se rindieron. Pero poco a poco fuimos ganando
terreno, avanzábamos a ritmo lento, pero con pasos seguros. Primero
conquistamos los bosques, liberándolos del humo y permitiendo que los animales
salgan a pasear y las plantas vuelvan a crecer.
En el proceso mi acompañante nos contaba sobre los usos de ciertas
plantas, sobre los nombres de las flores. Llenos de conocimiento llegamos hasta
donde estaba “contaminator”, lo atacamos directamente, el ejercito lo
destrozaba y las personas recogían las partes en bolsas enormes. Lo derrotamos,
acabamos con él. El lugar ahora es sitio tranquilo en el que las personas
pueden divertirse y pasear con sus familias, otras personas también van a este
lugar porque saben que ya no existe “contaminator”.
Podcast
informativo sobre Arturo (sujeto).
La
naturaleza es el hogar de toda la biodiversidad, los humanos solo estamos de
visita